Recuerdo que estaba en Berlín, exactamente hace un año, cuando me enteré del incendio de la Catedral de Notre Dame. A pesar de que, para muchos, sea sólo un tonto edificio en una ciudad lejana, para mí era un lugar muy importante y en una de mis ciudades favoritas.
Me acuerdo que me sentía rara estando en el país de al lado, tan cerca pero tan lejos, y que algo tan grande como el incendio de Notre Dame estuviera sucediendo. Por supuesto, en los medios europeos, la noticia estaba en todos lados.

Enseguida prendimos la tele en la habitación del hotel (era tarde/noche y nos estábamos preparando para ir a la Torre de Televisión, ya que teníamos una visita con horario), y vimos en la BBC, o un medio similar en inglés, todo lo que estaba pasando.
Cuando nos fuimos en bus hasta la Torre de Televisión, seguimos viendo noticias en el celular y también cuando llegamos allá, en la fila para ingresar.

Como dije antes, la noticia me puso muy triste. Me daba mucha pena que una catedral con tanta historia se pudiera incendiar totalmente, ya que no me parecía que fuera algo de un país o una ciudad. Para mí (y para la UNESCO, je), es Patrimonio de la Humanidad.
Afortunadamente, la catedral sufrió daños significativos pero no se quemó por completo. Dos tercios de su techo fueron destruidos y la famosa aguja del arquitecto Eugène Viollet-le-Duc cayó. Se cree que el fuego se pudo originar por un descucido las obras de refacción que se estaban llevando a cabo.

Enseguida se empezaron a idear campañas de donación para la reconstrucción de la catedral y muchas empresas importantes dieron dinero para la causa. Hoy en día, la reconstrucción de Notre Dame está parada debido a la pandemia del coronavirus.
Yo conocí la catedral de Notre Dame en mi primer viaje a Europa, en mi primera vez en París.

Como me pasó con otros lugares, fue increíble estar ahí, sentir que pisaba un suelo donde había sucedido tanta historia, de esa que estudiamos en la escuela y en la facultad.

Construida entre los siglos XII y XIV, la catedral gótica fue un reflejo de su época, no sólo a nivel religioso sino también económico y social. Ahí se coronó a reyes y a emperadores, como Enrique VI de Inglaterra, Napoleón Bonaparte, beatificaron a Juana de Arco, dio una misa el papa Juan Pablo II, Victor Hugo basó la catedral como escenario para una de sus historias, entre otras cosas.

Hace ocho años, cuando estuve ahí por primera vez, no creía que fuera tan afortunada de haber podido recorrer el interior de la catedral. Sí estaba emocionada por mi experiencia individual, pero creía que todos los que fueran a París alguna vez, podrían experimentar lo mismo. Ahora, creo que todos los que pudimos ver Notre Dame como era fuimos afortunados.

Por el momento, no sabemos cuándo se va a reconstruir la catedral (acá hay algunos proyectos de reconstrucción). Tampoco sabemos cuándo se podría viajar para verla, obviamente. Espero que, en un futuro no muy lejano, pueda pisar nuevamente el suelo de esa catedral renovada y maravillarme otra vez.