Ya sea para ahorrar o para compartir la experiencia con otros viajeros, muchas personas deciden alojarse en hostels, casas compartidas o habitaciones de Airbnb. Debido al coronavirus, muchas premisas que ofrecían este tipo de estadías se vieron afectadas. ¿Es el fin de los alojamientos compartidos?
El coronavirus se llevó puesta la industria turística, como ya sabemos. No sólo las aerolíneas y las grandes agencias de viajes multinacionales, ni las PyMES turísticas, ni los pequeños touroperadores son los únicos afectados. También lo son aquellos que tienen departamentos de alquiler para cortas estadías, como los de Airbnb, así como quienes alquilan habitaciones o los dueños de hostels.
Además del post, hice un video al respecto. No olviden suscribirse al canal de Youtube si les interesa este tipo de contenidos.
Hoy en día, la idea de compartir el espacio con extraños suena mucho más peligrosa que hace unos meses. Tener gente cerca, en épocas de coronavirus, no es tentador. Y ese tipo de alojamientos compartidos se basa en compartir una experiencia, en conocer gente, en estar cerca de la cultura «local» o de hablar con gente del lugar. Cualquiera que alguna vez reservó un departamento para hospedarse en una ciudad distinta a la suya, sabe que suele haber alguien que los reciba, aunque sea para mostrarles un departamento, o la habitación que tiene en su casa, o incluso que compartirá el alojamiento con ustedes.
Es probable que muchos que ofrecen alojamiento compartido, ya sean hostels, departamentos de alquiler o participantes de programas como Couchsurfing, queden fuera del sistema antes del fin de esta crisis. Los hostels pueden ir a la quiebra, los departamentos pueden volver al sistema de alquileres tradicionales y los couchsurfers pueden rentabilizar sus espacios o directamente dejar de recibir viajeros.
Les dejo algunas reflexiones sobre lo que podría suceder, en un futuro no muy lejano, con los alojamientos compartidos.
Menos disponibilidad de camas
Esto afecta más a los hostels. Se cree que, para cumplir con el distanciamientos social, habrá menos camas por habitación. Si alguna vez se alojaron en uno de estos sitios, saben que pueden haber habitaciones de hasta 16 o 20 camas. Parece que, en el futuro inmediato, eso no se va a poder llevar a cabo si se quiere cumplir con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Check-in y check-out sin contacto
Esto ya es bastante habitual en los departamentos de alquiler, pero no tanto en hostels u otro tipo de alojamientos compartidos. También es menos frecuente en países menos desarrollados o con menor avance tecnológico.
Se trata del auto check-in. El anfitrión (o dueño del alojamiento) te deja las llaves en una caja con clave o, directamente, el alojamiento cuenta con acceso electrónico mediante una contraseña. Es probable que esto suceda también en hostels y otro tipo de alojamientos, donde suele haber alguien para recibirte en la recepción.
Mayor intensidad y frecuencia de limpieza
Esto no es nada nuevo y va a suceder en todo tipo de alojamiento. Es normal en los departamentos que cuentan con servicio de limpieza o en los hostels, que se realice la limpieza cada cierta cantidad de días. Debido al coronavirus, es probable que la limpieza no sólo sea más estricta sino también más frecuente.
Es recomendable, también, dejar un espacio de tiempo entre huésped y huésped para poder desinfectar el alojamiento correctamente. Los hoteles aseguran que lo van a poner en marcha, ¿podrán los anfitriones y hostels mantener este sistema de limpieza?
Tal vez sea recomendable, ya sea para llevar tranquilidad a los huéspedes o como estrategia de marketing, que estos alojamientos expliquen a los huéspedes cómo es el procedimiento de limpieza que realizan antes y después de cada estadía.
Menos camas cucheta y más tipo «cápsula»
Esto creo que ya es una tendencia en aumento. En los hostels, es probable que las camas de estilo «cucheta» se dejen de usar, ya que las mismas no impiden mucho el contacto entre huéspedes. Por el contrario, las camas tipo cápsula, al ser más cerradas y privadas, no sólo proveen más intimidad sino que mantiene a los turistas separados entre sí.
Aumento de precios a largo plazo
Es probable que, cuando se retomen los viajes, los alojamientos compartidos (y los hoteles también) ofrezcan buenos precios para atraer turistas. Todas las empresas del rubro turístico se van a ver obligadas a este tipo de promociones.
Pero, si el aislamiento social continúa, y la cantidad de camas que puedan ofrecer sea reducida, es lógico que los precios de estos alojamientos tengan que ser aumentados para que sean rentables. El problema es que, en general, el tipo de turista que busca alojamientos compartidos no quiere pagar de más o busca el ahorro en alojamiento cuando viaja.
Flexibilidad para cancelar y reprogramar estadías
De la mano del coronavirus, llegó la flexibilidad al turismo. No sé si será algo que haya venido para quedarse, pero en los próximos meses, e incluso años, puede que muchos turistas no quieran hospedarse en alojamientos que no tengan políticas flexibles y que estén dispuestos a pagar un poquito más para tener el privilegio de cancelar en caso de necesitarlo. Hay bastante miedo y desconfianza ahora, sobre todo para los que tuvieron malas experiencias cancelando viajes desde marzo de 2020 a la fecha.
En este post les hablo un poco más sobre cómo organizar un viaje que sea fácil de reprogramar o cancelar.
Adiós a las cocinas compartidas
Lo que pone en riesgo la salud de los huéspedes es, justamente, lo que diferencia a este tipo de alojamientos: los espacios comunes. Es muy habitual en los hostels que los viajeros se junten en áreas como la cocina a compartir experiencias. Es donde, muchos de ellos, entablan conversaciones o comparten comidas. Pero, como cuenta Maria Alfaro con los desayunos buffet de los hoteles, se quiere minimizar el uso compartido de utensilios o de espacios que puedan propagar el coronavirus entre los huéspedes.
No más áreas comunes
En las áreas comunes de los hostels es donde sucede la «magia». Muchos viajeros utilizan estos alojamientos, justamente, para compartir sus experiencias o tomarse unas cervezas con otros viajeros al final del día, u organizar lo que van a hacer a la mañana. Entonces, es fácil entender por qué las cocinas compartidas, así como las áreas comunes de todos los alojamientos (incluidos los hoteles), estarán cerradas hasta que la situación se normalice.
Lo mismo con las habitaciones o los departamentos compartidos, que en general tienen cocinas, áreas de entretenimiento o baños compartidos.
No más actividades organizadas
Los hostels suelen ofrecer actividades conjuntas: desde tours o paseos por la ciudad hasta fiestas o visitas a bares. Tal como sucede con los tours en buses o a pie, donde se aglomeran muchas personas, este tipo de actividades pueden verse restringidas durante el corto plazo.
Estadías rurales
Estuve leyendo bastante al respecto y muchas tendencias apuntan a las estadías rurales como una faceta del «nuevo paradigma» de los viajes. Es decir, que la gente decida vacacionar en entornos naturales o lo más cerca a la naturaleza posible, ya sea en destinos donde hay parques nacionales, montañas, lagos, etc., o directamente en el campo. Y, esos destinos, es más probable que los alojamientos compartidos puedan existir, especialmente las propiedades compartidas más que los hotels o el Couchsurfing.
Muchos alojamientos volverán al sistema tradicional de alquileres
En general, las propiedades de alquiler vacacional suelen ser «más rentables» que si el dueño las pusiera en alquiler de forma tradicional, es decir, para que vivan personas a largo plazo. Sin embargo, al caer la demanda por turismo, es probable que muchos anfitriones se vean obligados a destinar sus habitaciones o departamentos de alquiler al mercado local para poder tener ingresos, especialmente aquellos que viven de rentas.
Esto va a traer, como consecuencia, una baja en la oferta de propiedades a la hora de querer encontrar habitaciones compartidas o privadas en casas de anfitriones.
Si bien podemos imaginarnos un panorama futuro, sólo el tiempo nos dirá qué va a suceder con los alojamientos compartidos. Por ahora, lo único que nos queda claro es que todas estas empresas turísticas, como muchas otras, intentan sobrevivir.
Por ejemplo, en su Blog de Viajes, Jorge Gobbi nos cuenta que Couchsurfing «ahora requiere una membresía paga de 14,29 dólares por año o 2,39 dólares por mes para acceder a sus servicios y aplicaciones móviles». Airbnb despidió al 25% de sus empleados a nivel global para afrontar las pérdidas provocadas por la pandemia. Y, por el lado de los hostels, hay varios a nivel mundial que se sumaron a la iniciativa «Adopt a hostel», para comprar vouchers de estadías a usar cuando el turismo se regularice.