Me encanta la música, creo que ya lo dije alguna vez. Suelo relacionar canciones o géneros musicales a ciertos lugares. Si París suena a violines, Nueva York vibra al ritmo del jazz. Es algo indiscutible para mí.
De hecho, desde que los artistas más presitigioso dejaron Chicago en los años 20, Nueva York se convirtió en la meca del jazz. Todos los estilos de jazz de los últimos setenta años pasaron por la Gran Manzana.
Así que le dije a Sebastián, mi novio: «Cuando vayamos a Nueva York tenemos que ir a ver un concierto de jazz». Él estuvo de acuerdo inmediatamente. Enseguida me puse a investigar cuáles eran los mejores lugares para escuchar en vivo este tipo de música.
Dejamos el evento para nuestra última noche en la Gran Manzana, a modo de «cierre con moño» de una gran semana. Nada mejor que dejar la ciudad con estilo.
Primero fuimos al famoso y turístico Dizzy’s Club Coca-Cola en Columbus Circle, frente al Central Park. Allí hicimos fila durante casi media hora y nos rebotaron porque no teníamos reserva. Sin embargo, todavía era temprano para patear la ciudad y llegamos al club Birdland, una leyenda del jazz en el corazón del Midtown. Hoy creo que me alegro que nos hayan «rechazado» en el primer lugar porque pudimos vivir una noche especial y auténtica. Allí presenciamos el show de Dave Holland’s Prism.

Este mítico club de jazz data de diciembre de 1949, aunque hoy en día no se encuentra en el mismo local que en sus orígenes (el primer Birdland estaba en 1678 Broadway, cerca de la 52nd St, y fue cerrado en 1965 por los altos alquileres de la zona).
El local había sido nombrado en honor a Charlie Parker («Bird» era una contracción de «Yardbird», su apodo), una de las estrellas del estilo bebop que deleitaban al público del club en sus primeros años. Además de Parker, pasaron por su escenario numerosos jazzistas de renombre: Dizzy Gillespie, Thelonious Monk, Miles Davis, John Coltrane, Bud Powell, Stan Getz, Lester Young, Erroll Garne, entre otros.
En 1986 Birdland volvió a nacer en el uptown, ubicado en 2745 Broadway y 105th Street. En los siguientes 10 años pasarían más de 2 mil artístas por su escenario.
En 1996, el club se mudó a su actual dirección, en 315 West 44th Street, entre las 8th y 9th Avenues, justo en el corazón de la Gran Manzana. Allí en el Theater District, donde las obras de Broadway se promueven día y noche, también se puede escuchar buen jazz.
El Birdland es tan característico de la escena beat de los 60 que Jack Kerouac lo menciona en su libro On the road: «I saw him wish a well-to-do man Merry Christmas so volubly a five-spot in change for twenty was never missed. We went out and spent it in Birdland, the bop joint. Lester Young was on the stand, eternity on his huge eyelids».
Además de ser un ícono del jazz neoyorkino, es un excelente lugar para tomar una copa y disfrutar de buena música. Nosotros cenamos aquí y pasamos un excelente rato. La «entrada» (cover) cuesta USD 40 por persona más un mínimo de USD 10 de consumición. Si bien es algo caro para el bolsillo apretado del viajero, no te vas a arrepentir si vas. La mayoría de los clubs de jazz tienen precios similares, e incluso es más barato que ir a ver un musical de Broadway (y muy distinto en calidad, por supuesto).
Otros clubs para ver un concierto de jazz en Nueva York:
- Blue Note: 131 W 3rd St
- Village Vanguard: 178 7th Ave
- 55 Bar: 55 Christopher St.
- Blue Smoke Jazz Standard: 116 East calle 27
- Dizzy’s Club Coca-Cola (Jazz at Lincoln Center): Broadway y 60th St
La foto de portada es de mi autoría. Durante el show no permitían tomar fotos, así que no tengo imágenes del show.