Si bien no puedo decir que tengo un conocimiento exhaustivo de Vietnam, he visto una gran ciudad al Norte (Hanoi) y esta gran joya al Sur del país. La capital mezcla lo viejo con lo nuevo pero sigue siendo netamente asiática. En cambio, Ho Chi Minh City es la variante occidentalizada de una urbe típicamente vietnamita.
Un poco de historia nos viene bien para situar a la ciudad que alguna vez se llamó Saigón. Cuando Vietnam estaba dividido en dos, los estadounidenses eran aliados de los vietnamitas del Sur y planeaban ganar la famosa Guerra de Vietnam, aunque fracasaron y se dieron por vencidos en 1973. Más tarde, con la caída de la capital sureña, el Frente Nacional de Liberación de Vietnam (a.k.a., el Viet Cong) tomó el poder en 1975 y nombró a esta metrópolis en honor al gran líder de la revolución: Ho Chi Minh.

La ex Saigón muestra signos de un pasado reciente en el que las cosas no se dieron muy bien para sus habitantes. Ante los ojos de sus compatriotas del Norte, los saigonenses deben parecer unos burgueses traidores que deben seguir pagando por sus pecados. Digamos que las grandes tiendas internacionales como Cartier o Rolex, ubicadas en las cercanías del City Hall (o Ho Chi Minh City People’s Committee Head office), no le hacen un favor para mitigar esas ideas.

Los Mc Donald’s y Starbucks hacen aparición por primera vez desde que entramos a Vietnam. Incluso tuvimos la oportunidad de deleitarnos en un local de Häagen-Dazs. Ho Chi Minh City lo tiene todo sin dejar de ser parte de un país asiático: los grandes juegos de luces en la vía pública, la propaganda comunista que inunda las calles, las motos que avanzan sin piedad, los puestos callejeros de comida… Pero sin todo eso, nadie notaría que esta metrópolis emerge en pleno Sudeste Asiático.

Saigón tiene una Catedral de Notre-Dame que desempolva la huella que dejaron los franceses «colonialistas», como indican en cada museo al que fuimos. Franceses colonialistas y americanos imperialistas. Dichos adjetivos jamás abandonarán a los sustantivos a los que fueron unidos para siempre en el imaginario vietnamita. ¿Si todos piensan así? No lo sé con exactitud pero lo dudo.
Presiento que la gente de esta ciudad no está tan orgullosa de sus batallas y sus victorias como la gente del Norte. En definitiva, ellos quería la ayuda americana pero perdieron la guerra. ¿Será así o es sólo una percepción mía?

El Palacio de la Reunificación habla por sí mismo: es una y otra vez evidencia de las derrotas saigonenses. Aquí y allá, en ese bunker o en la sala de comunicaciones, el presidente de Vietnam del Sur se rindió o se escondió, o dijo «estamos acabados». Cada rincón de dicho edificio parece esconder una historia de infortunios que todos deberán recordar para siempre, no sea cosa que quieran repetir la historia.
Por su parte, el Museo de Vestigios de Guerra también te da una bofetada en la cara, te deja helado, no sólo con el despliegue de armas, aviones y tanques sino también con las imágenes terribles de la Guerra de Vietnam, presentes también en los museos de Hanoi.

En Ho Chi Minh City se hace evidente la diferencia entre Norte y Sur. No hay dudas que hay más dinero en la ex Saigón y que los bancos, hoteles lujosos y shoppings existen en grandes cantidades. Se podría decir que la capital comercial de Vietnam es Ho Chi Minh City.
Nosotros nos hospedamos en el District 1, donde hay muchísimos hoteles a precio accesible, y pudimos ir a pie a todos los lugares que visitamos. No vimos tanto como nos hubiese gustado porque estuvimos solamente un día y medio. No obstante, siento que me bastó para tener un «paneo» general de la ciudad. Dejamos afuera las pagodas porque estaban lejos, en Cholon, el barrio chino, aunque las vimos de camino al aeropuerto. Sé que volveremos algún día, si podemos invertir nuevamente en la visa de Vietnam, que no es muy económica.
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