Mis primeras impresiones: Paris

Torre Eiffel

Fecha del viaje: Marzo 2012

Cualquier persona que me conozca un poco sabrá que siempre soñé con viajar a París. La ciudad de la luz, del amor, de los croissants… No puedo pensar en esta ciudad sin escuchar violines de fondo, aunque después de Medianoche en París, también se adapta al jazz, sobre todo Cole Porter.

Hay algo que me une a Francia, que me gusta tanto, y es uno de los motivos por los cuales quería visitar su capital: hace tres años comencé a estudiar francés. Desde entonces, la torre Eiffel ha aparecido en más de un sueño.

A decir verdad, lo primero que pensé al llegar fue: “¡Qué enorme es el aeropuerto Charles De Gaulle! No vamos a salir nunca de acá”. No me divirtió arrastrar mi valija durante kilómetros. Tal vez exagero, pero es un enorme aeropuerto.

Tenía hambre, sueño y muchas ganas de pasear por la ciudad. Veníamos con mi novio de Barcelona, una ciudad increíble, aunque sabía –lo intuía- que París iba a ganarle en belleza.

Llegamos a la estación del RER –la red regional de trenes-, y ahí comenzaron mis dudas. ¿Cuál tren tomar? Esta pregunta fue frecuente durante nuestra estadía en París, ya que nunca sabíamos para dónde iban los trenes. Lo comprendimos el último día, por desgracia.

El famoso tren de la línea RER B en el que viajamos

Gracias a mi excelente desempeño lingüístico –exagero-, compramos los billetes de tren y nos metimos en lo que podríamos llamar “transporte del primer mundo”. No voy a mentir: me imaginaba un tren mucho más sofisticado. Sin embargo, no era el caso de la línea RER B (ramal Aéroport Charles de Gaulle).

Bajamos en la estación Gare du Nord; fue entonces cuando comencé a sentir un olor extraño, horrible, desagradable. He aquí la verdad: así huele París. Woody Allen no puede contártelo en la película, pero la ciudad huele mal, todo huele mal, el tufo reina la capital francesa. Lamenté confirmar el mito y el estereotipo del francés maloliente. No me gusta decirlo, pero tiene mucho de cierto.

Como no sabíamos hacia donde ir, estábamos cansados y queríamos llegar al hotel rápido, nos animamos a tomar un taxi. Yo tenía todo mentalmente calculado, sabía que el hotel se encontraba a unas 10 o 15 cuadras de la estación de tren, aunque no sabía en qué dirección. Entonces, para no perdernos, tomamos un taxi. El primer inconveniente surgió cuando el taxista, un señor muy maleducado, se hacía el que no nos entendía y nos pidió que le escribiéramos la dirección en un papel. Señor, le hablo en su idioma, al menos sea amable, ¿es mucho pedir? Bueno, sí. Mi segunda impresión de los parisinos: nunca se va a esforzar por entenderte, a pesar de que intentes hablar en francés.

Esquivando africanos y musulmanes, al insulto de conard, el taxista nos dejó en el hotel. Nos cobró el trayecto más un suplemento por las valijas y se fue. Racista, maleducado y mal conductor, las tenía todas.

Hasta el momento, París no parecía la ciudad del amor. Parecía el barrio de Once, no sé bien como explicarlo. Nos hospedamos en Montmartre, el barrio de Amélie. Déjenme decirles algo: no crean en las películas, todo está ambientado. No era un lugar tan encantador. Las calles iban en bajada porque el barrio está sobre una butte –una colina- y está bien cuando bajas pero es un dolor de pies cuando subís. Y subir, bajar, subir, bajar… No lo recomiendo.

No iba a dejar que todo eso me desanimara. Estaba en París, como lo había soñado. Nos tomamos el metro, ya tenía todo escrito en una guía que me había armado con itinerarios que encontré en internet. Esa forma de organizarme me sirvió para hacer rendir el tiempo. Entonces, nos tomamos el metro, combinando líneas como los mejores. Amé el metro de París, al fin una cosa buena de la ciudad.

Y cuando vi el río Sena… Me dije: “Sí, Woody Allen tenía razón, algo de razón”. Los violines comenzaron a sonar en mi cabeza. Hicimos una visita rápida a la Cathédrale Notre-Dame, me dejó alucinando tremenda construcción gótica. Me encantó.

Luego, tomamos la excursión de barco por el Sena. Los violines seguían sonando en mi cabeza. Estaba en Paris, al fin. Debo recomendar que, si alguna vez están en esta ciudad, no dejen de hacer este paseo porque les va a encantar. No es caro –unos 13 euros nos costó- y hay un guía abordo. Nosotros lo hicimos al atardecer y fue más que genial.

Crucero de paseo por el río Sena

Ya era de noche así que decidimos ir al Musée d’Orsay. Y al llegar al museo, en la fila nos encontramos con nuestra compañera de viaje (por etapas), una de mis mejores amigas. Nos íbamos encontrando en ciudades, ya que no nos hospedábamos ni viajábamos juntos. ¡Qué gran sorpresa!

La visita al museo fue una excusa para ponernos al día con mi amiga, mientras disfrutábamos un poco del arte. Ella me contaba que se había puesto a llorar en el aeropuerto de Orly porque nadie le hablaba en inglés y no sabía cómo llegar a la ciudad. No obstante, la amargura se le pasó al llegar a París. Ella también escuchaba violines.

El Musée d’Orsay desde el río

Nos fuimos cuando estaba cerrando el museo, y nos volvimos en tren hacia Montmarte. Mi amiga se fue hacia su hostel en le 9ème arrondissement  -el barrio noveno-, conocido como “l’Opéra” ya que allí se ubica dicho edificio.

¿Y qué más puedo decir de París? No es como en las películas, eso es verdad. Sin embargo, no deja de tener ese toque encantador que me cautivó y me enamoró.

Nair Felis Rodriguez

Vivo en Buenos Aires desde que nací. Escribo este blog porque me gusta relatar mis viajes; viajo porque me gusta conocer, aprender, descubrir. Soy Lic. en Comunicación, viajera y blogger.

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4 comentarios

  1. nada es como en las películas, por supuesto. pero que parís es una de las ciudades con más encanto no hay duda. yo estuve viviendo allí un año y estoy enamorada de esa ciudad. montmartre, con sus cuestas, es uno de mis barrios favoritos. a mí tamién me suenan violines en la cabeza cada vez que voy por alí.

  2. beatriz, estas en lo cierto, nada es como en las películas. y qué ermosa ciudad es paris. que sigan sonando los violines!

  3. Hola Nair, viajo con mi esposo a Paris en mayo. Me preocupa el idioma. No se francés pero si ingles. Espero poder comunicarme. Estoy aprendiendo algunas frases.
    Crei que podría comunicarme en ingles.
    Podrias recomendarme algunos restaurantes ?
    Te contare mi experiencia a mi regreso.
    Saludos cordiales
    Susana

  4. Hola Susana! Con inglés te podes arreglar bien. Aunque a los franceses no les gusta hablar en.ingles, lo hablan igual. Unas frases en francés siempre ayudan de todos modos.
    En cuanto a restaurantes no puedo recomendarte porque no fui a ninguno. Comí en algunas pizzerías y locales de paninis, o puestos callejeros de sandwiches.
    Contame a tu vuelta cómo te fue!
    Abrazo!

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