Siem Reap no es la capital de Camboya pero, a los fines prácticos, debe ser la más visitada de este país asiático. ¿Por qué? En primer lugar, porque en sus alrededores se encuentra el conjunto de templos más impresionantes del mundo: los templos de Angkor. ¿Exagero? Pues no sé, pero Angkor Wat (el más importante del conjunto), por ejemplo, es el complejo religioso más grande del planeta. En eso no me quedo corta.

Sin dudas, Siem Reap no es sólo una ciudad con templos, aunque muchas veces pueda parecer. Nosotros paseamos un poco por su mercado nocturno y por la famosa Pub Street, una variante de la Khao San Road de Bangkok pero en menor escala. Allí nos dimos un bonito masaje con peces (sí, con pececitos masajeadores) por la módica suma de USD 2 por 20 minutos. Pensalo: 20 minutos de pececitos comiéndote pielcita muerta de los pies, luego de caminar y caminar en un viaje agotador. ¡Te los dejan como nuevos! Y eso que yo era escéptica a la idea de meter los pies en una pecera…

En la fecha en la que fuimos (mayo) hacía mucho calor. Según me enteré, es la época más calurosa del año, con temperaturas que rondan los 40° C. Debo admitir que sufro muchísimo las altas temperaturas y esa vez no fue la excepción. Estaba tan pero tan cansada y acalorada que convencí a mi novio de pasar el último día del viaje (teníamos hasta las 18 horas para salir de la habitación) en la pileta del hotel, que era un sueño. Tomando algo fresco, haciendo fiaca al sol (bajo la sombrilla, en realidad), despidiéndome de Asia a puro relax.

Bayon temple caras
Bayon, el templo de las caras

No me siento «culpable» de las cosas que no vi por pasarme el día en la pile. Cuando estás de un lado para otro todo el tiempo, como sucede en los viajes en los que sumás muchas ciudades en poco tiempo, necesitas frenar en algún momento. ¿Y qué mejor que relajarnos el último día, antes de subirnos a 3 aviones para volver a casa?

Nosotros fuimos a visitar los templos de Angkor el segundo día. Bah, llegamos la noche anterior y el mismo taxista que nos llevó del aeropuerto al hotel nos ofreció su tuk-tuk (conducido por él) para todo el día por USD 15. Creíamos que podríamos ir en bicicleta pero el calor nos agobiaba, así que fue una buena opción. Nos pasó a buscar por el hotel a las 8 am y nos dejó de nuevo a las 3 pm aproximadamente. También pensaba, ilusa yo, que nos quedaríamos en Angkor para ver el atardecer… Pero el cuerpo y el calor no nos dejaban seguir.

tuk tuk driver siem reap
El señor tuktukero que nos llevó a Angkor

Así que no hubo segundo día en Angkor, principalmente por una cuestión económica, más allá del calor. La entrada por un día cuesta USD 20 por persona y la de tres días cuesta USD 40. Si querés ir dos días, da igual si sacás dos de un día o la de tres días (yo sacaría la de tres para evitar la fila de las entradas otro día más). Eso sumaba USD 80 por las entradas de los dos si queríamos visitar los templos durante dos días, más los USD 15 del tuk-tuk de cada día. Bah, el segundo día seguramente iba a salir más caro porque el tuktukero nos había recomendado ir a unos templos más alejados. En total, hubiésemos gastado mas de USD 110 en dos días (algo así como ARS 1100 con el maldito 35%). Sé que suena a «codito«, como decimos en Argentina a los tacaños, pero yo quería ver Angkor Wat y lo hice. Los demás templos son importantes, lo sé, pero me conformé con llegar hasta ahí sin «romper el chanchito» o exceder nuestro presupuesto.

En nuestra visita vimos Angkor Wat (el templo que más deseaba conocer), donde paseamos una o dos horas, ya no recuerdo; Angkor Thom, la ciudad religiosa que alberga el templo Bayón, que tiene miles de caras talladas en piedra, y también a Baphuon, un templo «chico» (eso nos dijo el tuktukero y nos perdimos, je) al que se accede por una sublime pasarela; y, por último, nos adentramos en la naturaleza que envuelve a Ta Phrom, el templo «tomado» por los árboles.

orientales con paraguas
Siempre me pregunté por qué los orientales usaban paraguas para protegerse del Sol. Creía que eran exagerados… hasta que fui a Asia y entendí que el Sol te mata. Son grosos.

Ahora quiero rescatar algunas cosas que me sorprendieron de Siem Reap. En primer lugar, casi todos hablan inglés. Incluso los nenitos que te quieren vender chucherías en Angkor. No sé si van a la escuela pero te saben regatear como los mejores y te pueden cantar los números en inglés hasta dormidos (como dijo Paul Theroux en uno de sus libros, los números son el idioma de los mercados y los bazares). A diferencia de Vietnam, donde el inglés no era moneda corriente, fue una grata sorpresa.

entrando a angkor wat
Angkor Wat (la foto un poco sobreexpuesta por el Sol asesino)

Por otra parte, siguiendo con la línea de «seamos amigos del turista» (?), TODO pero TODO está en precio dolar estadounidense. Ir a comer son USD 3 y tomarte una cerveza Angkor son USD 0,75 y así con todo. Yo creía que en Argentina eramos dolardependientes pero los camboyanos nos superaron. Por suerte, el matrimonio argentino que nos cruzamos en Hanoi nos aconsejó que no cambiáramos rieles camboyanos porque todo se pagaba en dólares. Si tuviera manera de enviarles mi agradecimiento, lo haría.

Si bien Siem Reap, como el resto de los lugares que visitamos, es barato, los precios estaban un poco más elevados que en Tailandia o Vietnam. Por ejemplo, esos juegos de lucecitas redondas de colores que te venden en todos los mercados (compré unos en Bangkok por 100 THB, es decir, unos USD 3) me los querían cobrar USD 5 en Siem Reap. Todo estaba USD 5, «special price for you, my friend«.

politicos camboyanos
No sé quiénes son estas personas. Supongo que son políticos camboyanos. Pero, ¿no les suenan los dedos en V o las manos alzadas? ¡Un revival peronista en el Sudeste Asiático!

También quiero resaltar la pena que me dio ver turistas subidos a elefantes en la entrada de Angkor Thom. Pueden ir caminando, pueden contratar un tuk-tuk o ir en bici. ¿Por qué tienen que colaborar con el maltrato animal? No está bien utilizar animales como medio de transporte, en mi opinión. Claro que cada uno puede hacer lo que quiera, aunque si como viajeros quieren hacer un cambio, montar un elefante no es el camino correcto.

pub street
Pub Street

Ultima parada del viaje por el Sudeste Asiático y vuelta a casa. Hasta acá, la serie de entradas relatando mis primeras impresiones sobre esta región del mundo. Más adelante vendrán posts en detalle sobre cada templo, cada monumento, cada museo y cada atracción que visitamos. ¡Suscríbanse para no perderse nada!

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Foto de portada (de mi autoría): jazmines al borde de la pileta del hotel donde nos hospedamos. 

Nair Felis Rodriguez

Nair Felis Rodriguez

Vivo en Buenos Aires desde que nací. Escribo este blog porque me gusta relatar mis viajes; viajo porque me gusta conocer, aprender, descubrir. Soy Lic. en Comunicación, viajera y blogger.
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