Estuve desaparecida, lo sé. Tuve unos días bastante complicados y algo tristes por cuestiones de salud de mi mamá, así que no pude escribir nada sobre Nueva York en este último tiempo (también estuve bastante alejada de las redes sociales). Son esas cosas que nos pasan a todos en la vida y que nos ponen mal porque no hay mucho que podamos hacer pero igual lo intentamos. Por suerte parece haber pasado la peor parte. Es así, las tormentas siempre pasan (eso espero).
Habiendo hecho la aclaración de rigor, me gustaría hablar de la primera impresión que tuve de la ciudad que nunca duerme.
Arribamos el sábado 23/11 por la tarde al aeropuerto de La Guardia, procedentes de Miami (sí, bueno, estuve medio día ahí). Lo primero que me impactó fue el frío. ¡Brrr! Pasé de estar en una ciudad con 25° C a estar en 1° C. Según el canal The Weather Channel, era un clima atípico para el mes de noviembre ya que era más usual en enero, en pleno invierno. De hecho, esa misma noche hubo una leve nevisca (aún así puedo decir que vi nevar en Nueva York).

Luego de tomar el bus M60 hasta el barrio de Astoria, Queens, subimos al metro línea Q (la amarilla, también pasa por ahí la N) para llegar a nuestro hotel en Long Island City. en el mismo borough (dícese de los 5 condados de Nueva York). El viaje fue rápido y fácil de realizar, además de económico porque utilizamos la MetroCard de 7 días (costaba USD 30 más un impuesto de USD 1 por la tarjeta recargable) y no tuvimos que sacar ningún boleto especial por viajar desde el aeropuerto, como sí sucede en otras ciudades.
Aunque parezca una locura y corten los servicios de algunas líneas durante los fines de semana y feriados, el metro de Nueva York es bastante sencillo de utilizar si no estás muy lejos de Manhattan. Ahora, estando un poco más distante, las opciones se achican, pero siempre que hay una modificación de servicio ponen buses para realizar el mismo recorrido o te brindan alternativas para que no te quedes varado. De todas formas, es el mejor medio de transporte de la Gran Manzana.

Como dije, me hospedé en Long Island City, un lugar bastante distinto al Midtown, donde pensaba alojarme en primer lugar. ¿La razón del cambio? Claramente, los precios de los hoteles. Mientras más cerca se esté de Times Square (y mientras más estrellas tenga el hotel), más caro será pasar la noche. Es ley. Entonces decidimos irnos a Queens, un condado no muy visitado por turistas. Pero LIC (así vamos a abreviarlo) está muy unido a Manhattan, ya que en una parada de metro nos encontraremos allí, en Lexington Avenue y 59th Street, en los límites del Upper East Side. Así que conseguimos un buen precio por una ubicación casi excelente, teniendo en cuenta que no estábamos en Manhattan.

Lo primero que hicimos esa tarde, luego de dejar las valijas en la habitación, fue salir a recorrer la ciudad. ¿Y por dónde íbamos a comenzar si no era por la frenética Times Square, unos de los lugares más emblemáticos de la Gran Manzana?
Creí que me iba a agobiar más la cantidad de gente y las luces pero no fue así. Tal vez al vivir en una gran ciudad alocada como Buenos Aires ya me prepara para no chocar con el corazón turístico neoyorkino. Luces por doquier (no quiero imaginar la cantidad de energía que consumen esas pantallas gigantes), gente disfrazada de la forma más bizarra (todo por ganarse un dolar, con suerte), mareas de personas tratando de llegar de un lugar a otro. Una locura encantadora. Sin embargo, al cuarto o quinto día ya empecé a sentir las ganas de escaparme de tanto caos (fue el jueves previo al Black Friday).

Nueva York sería una ciudad en la que viviría, sin dudas. Tal vez me tilden de loca, es justo. Pero me gustó mucho. Aunque saldría de la locura del Midtown, por cierto, y me quedaría en las afueras de Manhattan o incluso en Chelsea, uno de los barrios más encantadores que visité (sí, soy muy viva).
¿Qué más me gustó? No voy a decir «las compras» porque es un cliché, pero no hubo día que no volviéramos al hotel con alguna bolsita. ¡No lo podíamos evitar! Aunque eso no es lo esencial. Quería destacar que la gente siempre tuvo buena onda con nosotros, a pesar de que me imaginaba que el neoyorkino promedio es amargado y reticente a tratar con turistas. Entiendo que el «verdadero estadounidense», por decirlo de alguna manera, no debe vivir en Nueva York, porque ahí la multiculturalidad y la diversidad están latentes en cada esquina. Siempre encontrarás a alguien que hable español mucho más fácil de lo que pensás (y varios idiomas).

Lo que no me gustó: el otro costado de las compras, el consumismo enfermo. Pude ver cómo, en pleno Thanksgiving (una festividad muy importante en Estados Unidos) la gente salía a comprar como loca en las rebajas del Black Friday. Yo podía hacerlo porque en Argentina no lo festejamos, pero me pareció raro teniendo en cuenta que es una cuasi-Navidad por el espíritu con el que se vive ese día. En la tele local y nacional criticaban bastante esto.
Otros detallitos: la gente que, estando fuera de sus cabales, anunciaba a los gritos el Fin del Mundo en el subte o en la calle era un poco aterradora. Y también las personas hablando solas, caminando por la calle con su café… hasta que notabas que estaban con el manos libres del celular, charlando con alguien del otro lado de una línea telefónica. Y mucho frenesí. Me sorpendía que muchos locales de comidas o de café (estilo Starbucks o Donkin’ Donuts) no tuviesen baños o incluso sillas. Pero, claro, es porque nadie se sienta a tomar un café (solo, con amigos, con una pareja, con sus familias), una costumbre considerada muy argentina o europea, tal vez.
Como dice el famoso slogan: I ♥ New York. Me gustó mucho más de lo que creía que me iba a gustar, más que nada por su costado cosmopolita y siempre sorpendente. Espero algún día volver. If I can make it there, I’ll make it anywhere…
me dan ganas de ir!
Genial entradaiestuvimos en New York hace dos años y nos maravillo!
si no es molestia, nos quedamos : ) y te invitamos a visitarnos y quedarte con nosotros si te apetece ; )
muchas gracias! no es molestia, quedense todo lo que quieran! saludos!
si!
muchas gracias nair! te animamos a visitar nuestro blog y nos digas qué te parece : de
tengo ganas de volver!
yo también! jeje