Antes de visitar Budapest, investigamos bastante sobre qué hacer y qué ver. La capital húngara está llena de atracciones, así que nos decidimos por algunas que nos interesaron.
No siempre se puede ver todo lo que ofrece un destino y tampoco debe ser una obligación conocer los «must see» o lugares «imperdibles». Esto siempre lo digo. Y en Budapest seguimos esta idea. Vimos lo que nos interesó y no lo que las guías decían que teníamos que hacer.
Por eso, este post (y su video) son una simple recomendación de lo que se puede hacer en Budapest en tres días y medio, que fue el tiempo que estuvimos nosotros en la ciudad.

Si no quieren leer el post, pueden ver el video 😉
Día 1
Llegamos a Budapest un domingo de Pascuas por la tarde y estaba todo cerrado. Nos costó bastante encontrar un lugar donde poder comer algo, así que tuvimos que recurrir a un Starbucks. Después de eso, dormimos una siesta porque veníamos muy cansados del el viaje en bus desde Praga (ya habrá post al respecto). Y a la noche nos fuimos a recorrer un poco del centro de Pest, qué es la parte plana de la ciudad, del lado de enfrente del castillo, si cruzamos el río Danubio.

Esa noche cruzamos el famoso Puente de las Cadenas y lo vimos hermosamente iluminado. Vale la pena conocerlo tanto de día como de noche. Cómo era domingo de Pascuas, no había mucho para hacer así que volvimos al hotel a descansar.

Día 2
Nos levantamos muy temprano porque teníamos la visita guiada al interior del edificio del Parlamento húngaro. Es una de esas atracciones que uno no se puede perder. Junto con la Basílica de San Esteban, son los edificios más importantes de Budapest. Para poder ingresar al Parlamento, tuvimos que sacar las entradas con anticipación por internet. Hay descuentos para los ciudadanos de la Unión Europea, aunque no nos pidieron prueba de ciudadanía al ingresar. Tengan en cuenta que antes de entrar hay un control de seguridad con scanner.

La visita dura aproximadamente una hora y después te dejan recorrer el museo que hay en la parte inferior del parlamento. Durante la visita guiada pudimos aprender un montón sobre la historia tanto de los húngaros como de los magiares, los próceres y los reyes de este país.

Luego de visitar el parlamento, fuimos a almorzar comida turca. Después, ingresamos a la Basílica de San Esteban y pudimos ver la mano derecha del rey Esteban I, o San Esteban, el primer rey de Hungría. Recorrer la iglesia es muy recomendable, ya que se puede aprender bastante sobre la historia de este país y de cómo se vive la religión en él. Al ingresar, hay que dejar una donación de 1 € o el equivalente en florines húngaros sí o sí.

Otra visita religiosa que hicimos ese día fue ingresar a la Gran Sinagoga. La entrada es bastante elevada pero vale la pena porque incluye una visita guiada en el idioma que elijas (nosotros, obviamente, la hicimos en español). Es la sinagoga más grande del mundo después de una que hay en Nueva York.

Después de la visita a la sinagoga, decidimos ir a tomar el café con torta a una pastelería que estaba junto a nuestro hotel y probamos la famosa torta Dobos coma típica de Hungría. La pastelería se llamaba Hauer, y ya vamos a hablar de ella en otro post.

Por la noche, vamos por la avenida Andrassy -una de las más lujosas de Budapest- y comimos una pizza por ahí. Nada húngaro, ya lo sabemos, pero al ser también feriado, muchos lugares estaban cerrados.

Día 3
El tercer día nos tocó ir al Castillo de Buda y a toda la zona del otro lado del Río Danubio. Dentro del castillo, visitamos el Museo de Historia de Budapest y aprendimos un montón sobre la llegada de los magiares a lo que hoy es Hungría. Es un museo de unos tres pisos dónde se exhibe la historia de la ciudad desde épocas prehistóricas hasta la actualidad más reciente.

Luego de recorrer el museo, fuimos a almorzar cerca de la iglesia de Matías y también visitamos el Bastión de los Pescadores, una terraza al aire libre que tiene increíbles vistas de la ciudad. Desafortunadamente, poder acceder al nivel superior del bastión, hay que abonar una suma que no teníamos ganas de pagar. Se ve bastante bien desde la zona donde se puede acceder sin pagar nada, aunque había tanta gente que no pudimos sacar tantas fotos como queríamos. Es una de las zonas más populares de Budapest y está llena de turistas a toda hora.

Como el día estaba nublado y un poco fresco, decidimos no estar mucho tiempo allá arriba, ya que el viento estaba pegando fuerte. Tomamos el único bus que permitido Ingresar a esa zona protegida del castillo y luego nos subimos a un tranvía para volver al otro lado del río. Hicimos algunas compras, tomamos un café y comimos algo rico para merendar.

Esa noche fuimos a probar la comida típica húngara a un patio de food trucks que se llama Karavan. Nos gustó tanto que volvimos para almorzar al día siguiente, pero me estoy adelantando.

Día 3 y medio
Como nuestro vuelo hacia Edimburgo salía a las 5 de la tarde, tuvimos unas horas extra hasta el mediodía, aproximadamente, para seguir recorriendo Budapest. Aprovechamos para pasear por las calles de Jozsefváros y el barrio judío, así como también volvimos a Karavan para almorzar. Esta ocasión probamos el langós, una masa frita parecida a la pizza que tiene en su parte superior queso en hebras y crema agria. Es sumamente delicioso y lo recomendamos. Se le pueden agregar distintos toppings pero nosotros optamos por la versión original.

Después de almorzar, volvimos al hotel y retiramos las valijas para dirigirnos hacia el aeropuerto.
Cómo verán, hay mucho que no hicimos en Budapest y decidimos dejarlo para otro momento o no hacerlo directamente. Creemos que lo importante es hacer lo que a uno le interesa, por lo que no deben sentir que este recorrido es una imposición. Siempre creemos que podemos volver a los destinos y hacer eso que nos faltó o directamente aceptamos que hay lugares que nunca vamos a ver 😛