Reflexión acerca de los choques culturales (O mis días en El Cairo)

Tahrir Square

Existen algunos lugares donde el Sol no da tregua, te persigue hasta que dejes todo tu ser en gotas de sudor y trates de refugiarte en la sombra. En una sombra que no existe. Y no hay botella de agua que baste ni calme la sed. Sumado a eso, hay ruido, mucho ruido en forma de gritos de vendedores ambulantes, bocinas de autos, niños que gritan. Y gente que calla y observa atentamente. El Cairo es uno de esos lugares.

Antes, cuando pensaba en la capital de Egipto, me imaginaba un escenario digno de Indiana Jones o Lawrence de Arabia: desierto, camellos, beduinos, mujeres practicando la danza del vientre entre empresarios petroleros, entre otras cosas. Ya sé, qué cliché, ¿no?

En los últimos años, se añadió a esa representación un factor que no había tenido en cuenta: la situación socio-política de este país musulmán. Básicamente, todo lo que vemos en la TV sobre Egipto es: primavera árabe, revolución, gente que protesta en contra de su gobierno, políticos corruptos, ninguna solución (y ahora se sumó el Golpe de Estado al presidente Morsi). Pero no olvidemos algo que está en la mente de gran porcentaje de occidentales: Medio Oriente es una bomba de tiempo, atentados, terroristas, mafias, muerte, caos (los gobiernos frágiles y las luchas de poder también están en las noticias). No hace falta más que leer los diarios o ver los noticieros para toparse con algunos de estos pre-conceptos.

plaza tahrir
El nuevo y el viejo Cairo: a la izquierda, la Plaza Tahrir (De La Liberación) y a la derecha, el Museo Egipcio

Por supuesto, si fui a Egipto fue porque no creía en todas esas cosas. No iría a un lugar si creyera que mi vida correría peligro, ¿no? Hay una delgada línea entre «lo seguro» y «lo peligroso». Cualquier cosa te puede pasar en cualquier lugar.

A partir de que puse un pie fuera del aeropuerto de El Cairo, se fueron dando ciertas situaciones que me hicieron sentir en carne propia algunos choques culturales esperables y otros sorpresivos:

  • Primer choque cultural: los autos nunca paran. Yo sé que en Buenos Aires el tránsito es terrible y, siendo peatón, a veces te arriesgas a morir en cada esquina. Aunque, claro, no es todo el tiempo así. Por el contrario, en El Cairo, cruzar la calle es un acto de fe. El concepto de «semáforo» está poco extendido y, a pesar de existir algunos en la ciudad, casi nadie los respeta. Al tratar de atravesar una calle o una avenida, prevalece la idea de la «supervivencia del más fuerte». O avanza el auto o paso yo… y hay que hacerlo muy rápido.
  • Segundo choque cultural: es difícil hacerse entender, incluso en inglés. Esto puede suceder en cualquier país donde se hable un idioma distinto al materno, no es de sorprender. Me gustaría aprender muchas lenguas, por supuesto, pero no siempre se puede o se tiene tiempo. Mucha gente sabía inglés en la capital egipcia (incluso algunos sabían español); no obstante, hacerse entender no es lo mismo que hablar el mismo idioma.
  • Tercer choque cultural: ese extraño concepto de «vegetarianismo». «No meat» es algo inentendible para un cairota. Como ya dije en este post, se me complicaba pedir comida sin carne (soy vegetariana). Decía: «No meat, please»… y era como si dijera algo totalmente inapropiado.
  • Cuarto choque cultural: el lugar de la mujer en el Islam. Sé que no es nada novedoso lo que voy a decir, pero si algo me impactó realmente fueron las mujeres cubiertas de pies a cabeza mientras en las calles había carteles (a la vista de todos) que anunciaban hot lines. A todo occidental puede molestarle el trato que las mujeres reciben en los países musulmanes, pero seamos honestos: Occidente es igual de machista. Si una mujer llega a un puesto gerencial, insinúan que tuvo que acostarse con alguien para obtenerlo; si una chica es linda, asumen que es tonta; si una mujer maneja un auto, le gritan que vaya a lavar los platos, aún cuando maneje mejor que un hombre. Sin embargo, siendo mujer (y bastante orgullosa de serlo) no deja de incomodarme que nos traten como objetos y nos cubran mientras los hombres andan por ahí consumiendo pornografía (o la compañía de alguna «dama de la noche»). Tal vez, en Egipto estaba más propensa a percibir este tipo de situaciones.
  • Quinto choque cultural: todo es una mercancía y cada turista es un comprador. Había leído al respecto pero no creí que fuera a molestarme demasiado. Sin embargo, el acoso de los vendedores (de lo que sea) terminó por agotarme. Ser turista en ese país es como ser una bolsa de dinero con pies: no importa qué, lo importante es que les compres algo.Y van a ser insistentes hasta que lo hagas.

Habiendo enumerado, humildemente, estos choques -mis choques- culturales, debo decir que Egipto no deja de ser un lugar increíble. No puedo decir que conozca todo el país, incluso quedaron millones de rincones de El Cairo fuera de mi alcance, pero es un hermoso país y me entristece que esté pasando por una mala situación. ¿La gente me habló mal de Morsi? Sí, la mayoría. ¿Me hubiesen hablado también mal del antiguo presidente Mubarak? Creo que sí. Y me hago la pregunta: ¿qué pueblo puede querer a sus políticos cuando se está muriendo de hambre?

land of civilization
Egypt is the land of Civilization

Quise escribir este post por toda la gente que está pasando un mal momento (en Egipto o dónde sea), porque todo lo que vemos por TV no siempre es real (y si lo es, suele estar exagerado). Hay que salir de nuestras casas y conocer el mundo, no podemos quedarnos con lo que nos dicen que es y cómo es. Existe un mundo lleno de gente dispuesta a hacerte sentir como en casa. Los pueblos no son sus políticos.

La próxima vez que veas en las noticias que tal dictador en ese país de Medio Oriente hizo tal cosa, o que otro país bombardeó a tal otro porque llevan años de enfrentamientos, por favor, pensá que las historias de todos los días no salen en la tele y que la gente buena no aparece en los medios, a menos que le haya sucedido algo terrible (y que la noticia sirva para vender diarios).

Nair Felis Rodriguez

Vivo en Buenos Aires desde que nací. Escribo este blog porque me gusta relatar mis viajes; viajo porque me gusta conocer, aprender, descubrir. Soy Lic. en Comunicación, viajera y blogger.

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4 comentarios

  1. lo de cruzar la calle es increíble. se sabe perfectamente quién es un turista, porque somos los únicos que estamos parados esperando que alguien pare. una vez estuve media ora de reloj intentando cruzar!

  2. es verdad, maría! somos los únicos que miramos desconcertados para todos lados, buscando que alguien nos ayude a cruzar la calle como si fuésemos niños! saludos!

  3. tus últimas palabras son en esencia las mismas que les digo a mis estudiantes. más aun, a los de 5° año ya que con ellos estudiamos el siglo por y su continuidad en la actualidad y conflictos sociales como la «primavera árabe, por citar un ejemplo!
    bueno, con este comentario termino de rumbear, de caminar por todas esas calles con invitaste a partir del Veo Veo y la verdad, que ha sido una ermosa caminata!
    te mando un abrazo!

  4. muchas gracias por la caminata virtual, Juan manuel! será un gusto tenerte de vuelta por este mundo que cada vez se va a aciendo más conocido (y pequeño) entre todos! 🙂 abrazos!

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