En nuestro paso por Canadá, usamos mayormente Airbnb. No obstante, en Québec City no pudimos hallar nada que nos convenciera, por lo que decidimos elegir este hotel un poco apartado de la muralla de la ciudad.
El Hotel Manoir de la Tour nos gustó, en principio, por estar relativamente cerca del centro de la ciudad. No nos alcanzaba para el Château Frontenac, así que nos basamos en la cercanía y el presupuesto.

Ni bien llegamos, subimos las extensas escaleras del hotel, algo un poco complicado con la nieve acumulada y el aguanieve que estaba cayendo y hacía los pisos muy resbalosos. Sin embargo, los otros días no corrimos riesgo de morir cayendo de la escalera, ya que había dejado de «llover» o «aguanevar», si es que eso existe.
El hotel es pintoresco, señorial. Tiene el encanto de una mansión vieja que no se quiso aggiornar, pero eso la hace todavía más linda. Como llegamos antes que los otros huéspedes (era finde largo en Ontario y parece que Québec es un destino ideal para finde largo), nos dieron la habitación con chimenea, algo genial porque ahí hacía todavía más frío que en Montréal.

La dueña nos recibió y fue muy amable de practicar francés con nosotros, ya que nadie quería hablarnos en francés desde que llegamos a la parte franco-canadiense del viaje. Ellos no nos entendían, nosotros no les cazábamos una palabra, y eso que habíamos hablando en francés en varias oportunidades en Francia, Bélgica y Suiza sin problemas. El québecois, es decir, el francés de Québec, es inentendible. Pero esta señora fue amable de hablarnos despacio y dejarnos practicar, aunque le pareció un poco extraño que dos argentinos hablaran francés e inglés.
La dueña también hablaba en inglés y la empleada creo que era mexicana, así que hablaba en español.

La habitación es bastante grande. Los dos nos podíamos mover sin problemas. Había una mesa frente a un espejo, supongo para las señoras o señores que gustan de arreglarse mientras están de viaje. Yo más que mirar si tenía la ropa puesta al derecho y el pelo medianamente peinado, no hice mucho.

Al lado de la puerta, había una bandeja para que dejáramos las botas llenas de nieve, que es una costumbre habitual en Canadá. En Montreal, donde nos hospedamos a través de Airbnb, vimos cómo la gente dejaba sus botas en la entrada de sus departamentos.

La cama era bastante cómoda y, al haber buena calefacción, no era necesario tener mucho abrigo para pasar una buena noche.
El baño tenía un buen tamaño y contaba con bañera, algo que es útil si tenés mucho frío (nada mejor que un baño caliente) o si estás agotado de tanto caminar y querés relajarte.
No tomamos el desayuno porque no lo habíamos reservado. Y, al estar en temporada baja, la dueña y la empleada del hotel no estaban siempre en la recepción. Igual teníamos cafetera en la habitación y podíamos tomar un café con algo más antes de salir a buscar más café y más café durante todo el día.

Luego de las 20 o 21 hs, ya no había nadie, pero teníamos nuestra llave para poder entrar. También se podía entrar por atrás, donde estaba el estacionamiento, si es que veníamos muy embarrados o si queríamos evitar la charla con la dueña (estábamos más cerca de la parte trasera del hotel).

Información útil
Dirección: 385, Grande-Allée Est, Québec City
Tarifas: Nosotros pagamos 270 dólares canadienses por 3 noches. Para ver las tarifas en Booking. click acá. O pueden verlas en la web del hotel.
Página web: www.hotelmanoirdelatour.com