Un cielo con nubes de algodón (Camino a Puerto Madryn)

Nubes de algodón en Chubut

A mitad del mes pasado, como ya comenté, estuve de visita en la Patagonia. Más precisamente en la provincia de Chubut, en una de sus ciudades principales: Trelew. El motivo del viaje fue pasar 3 días junto a una gran amiga mía que se fue a vivir allí hace algunos meses. Como para no extrañarla, me hice una escapada de fin de semana y así tenerla más cerca.

Era mi primera vez en esta ciudad patagónica, aunque bien sabía que Trelew en sí no era un punto fuerte de la región en cuanto a visitas. Sabía de Playa Unión, a unos pocos kilómetros de la capital provincial, Rawson, y de Puerto Pirámides, así como también de Puerto Madryn. Esta última me llamaba poderosamente la atención, ya que es un gran lugar turístico sobre la costa del Mar Argentino.

El segundo día de nuestra estadía, mi novio y yo le propusimos a Leticia y Francisco (mi amiga y su novio) que fuésemos a visitar Madryn. Como ellos eran los «locales» (ella vivió casi toda su vida allí, a excepción de sus últimos 10 años en la caótica Buenos Aires, de la cual escapó cuando pudo), les pedimos que hicieran de nuestros guías. Entonces nos dirigimos a la terminal de Trelew, a unas cuadras de la casa de mi amiga, y tomamos un micro con destino a Puerto Madryn. El pasaje de micro (bus) con la empresa Mar y Valle nos costó ARS $50 ida y vuelta por persona.

Después de varios minutos en la ruta, comprendí que por la ventanilla solamente vería kilómetros y kilómetros de solitaria estepa patagónica. Con suerte, alguna casa perdida en algún remoto rincón y muchísimos arbustos secos y «pinchudos» sin ningún encanto. Pero, casi de repente, descubrí algo: en este recorrido por la Ruta Nacional 3, pude ver unas nubes rebosantes de blancura y textura. Nunca en mi vida había visto unas nubes tan geniales, parecían nubes de algodón. Como toda turista, procedí a sacar millones de fotos desde mi ventanilla y así atesorar ese hermoso recuerdo.

Esto me hizo reflexionar: muchas veces vamos «saltando» de lugar en lugar, de ciudad en ciudad, y no nos damos cuenta que casi siempre lo importante de un viaje está en el camino, en cómo llegamos a donde llegamos, las ilusiones que nos genera ese destino, cómo vamos construyendo el día a día hasta llegar al lugar destinado.

Es muy similar a lo que canta Fito Paez:

Lo importante no es llegar
lo importante es el camino
yo no busco la verdad
sólo se que hay un destino.

Yo en Puerto Madryn, Chubut, Argentina
Yo también soy gente rosa a veces

Una vez que llegamos a la famosa Madryn, nos recibió un sol pleno de mediodía y… ¡un crucero internacional! Me sincero en mi ignorancia: no tenía idea que existían cruceros que paraban allí. Pero, ¿por qué no lo harían? Es una ciudad costera muy bonita, brillante, limpia, impecable y con unas casas costeras impresionantes. No quisiera arriesgar un precio, pero las propiedades allí deben costar cifras de varios ceros. Esto ya me lo había advertido mi amiga Leticia: hay mucha gente con bastante dinero en Madryn.

sebayyo
También importa con quien compartis el viaje

Del crucero Grand Princess (supimos su nombre gracias a la prensa local, que publicó posteriormente su llegada como un suceso de vital importancia para la población), emergían grandes cantidades de extranjeros, a los que llamábamos jocosamente «gente rosa», o como les diría Paul Theroux, «pink-cheeked people», por su excesiva blancura y sus cachetes colorados de estar expuestos mucho tiempo al sol, y vestidos con trajes color caqui, como si fuesen a un safari por África. Anécdota graciosa: a pesar de no vestirme de caqui, esa noche noté que me había puesto toda colorada por el sol, por lo que mi novio, Leticia y Francisco me decían que me había convertido en «gente rosa».

El paseo en barco por la costa de Madryn y alrededores claramente tenía un precio para «gente rosa»: ARS $250 por cabeza (unos USD $50), lo que me parecía excesivamente caro por 3 horas de andar flotando sobre el mar, y ni siquiera era temporada de ballenas. Aunque me quedé con muchas ganas de subirme… tal vez lo haga cuando vuelva (ya será temporada de ballena en junio). ¡Ahora tengo varias excusas para volver!

Crucero Grand Princess en P. Madryn
Crucero Grand Princess en P. Madryn

Nair Felis Rodriguez

Vivo en Buenos Aires desde que nací. Escribo este blog porque me gusta relatar mis viajes; viajo porque me gusta conocer, aprender, descubrir. Soy Lic. en Comunicación, viajera y blogger.

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3 comentarios

  1. no es temporada, pero si queres me tiro en la pelopincho y te hago la plancha un poco así te imaginas a las «francas» jajajaja. un abrazote de osa

  2. Ah me olvidaba! Bonitos paisajes, envidiables por cierto, con razón hay tanto turismo que uno ni imaginaba.

  3. Jajaja ay mamá! jajaja mejor esperamos a que sea temporada de ballenas de verdad. beso! 🙂

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