No siempre todo sale bien. A veces, una pequeña escapada como la que habíamos planeado se ve frustrada por problemas técnicos, por el clima, por eventos de fuerza mayor.
Todo comenzó hace una semana, cuando mi novio me propuso hacer un mini-viaje en nuestro auto, ya que lo tenemos hace algunos meses y nunca fuimos muy lejos. Entonces pensamos ir a Rosario, Santa Fe, debido a que mi novio no conocía la ciudad y la ruta está en relativo buen estado.
Hoy nos levantamos temprano, nos preparamos para una jornada arriba del auto y partimos. Teníamos alrededor de 300 kilómetros por delante y planeábamos llegar al mediodía para almorzar.
Todo iba bien, la ruta no estaba muy cargada de autos, el día estaba hermoso y soleado. Parecía que nada malo podía pasar. Bueno, pasó.
Cuando llegamos al peaje de Zárate en la ruta 9, frenamos para pasar por la cabina y abonar, pero comenzó a salir humo por la ventilación. A su vez, comenzó a salir humo del motor. No sé mucho de mecánica, aunque no es necesario saber mucho para darse cuenta que si sale humo del auto no es algo bueno.
Mi novio fue a avisar a la empleada del peaje que se nos había quedado el auto, y pronto vinieron dos gendarmes (no recuerdo exactamente si eran gendarmes, pero supongamos que sí lo eran) para decirnos que no podíamos quedarnos ahí, frente a la cabina de peaje, y empujaron nuestro auto hacia el área de «descanso» o banquina de la ruta.

Yo estaba de un humor terrible. No podía creer que no habíamos hecho ni la mitad del camino. Nos quedamos a 100 kilómetros de casa, en un peaje donde no hay nada, ni siquiera una estación de servicio donde refrescarse o comer algo. Eran las 11:30 de la mañana y ya empezaba a pegar el tremendo sol del mediodía. Frustrada, me quedé adentro del auto durante un rato, mientras mi novio llamaba al servicio mecánico. Acordaron enviar una grúa entre 20 minutos y 2 horas y media. «Genial, van a enviar la grúa en 2 horas y media», pensé.
Era un hermoso día, los autos pasaban el peaje y nosotros ahí estancados con los mosquitos y el sol que pegaba fuerte. Por suerte, la grúa llegó a los 30 o 40 minutos, ya que acudió en nuestra ayuda un señor de Zárate. Yo creía que lo iban a enviar desde Buenos Aires y que iba a tardar fácilmente 2 horas o más.
Casi no hablé en todo el viaje. Íbamos en la cabina del remolque junto al conductor. Mi novio le dio charla por momentos, yo estaba cansada y me quedé dormida un rato. Sinceramente, estaba muy enojada y de mal humor.
Aproximadamente a las 2 de la tarde llegamos a casa. Si bien me sentía muy frustrada, entiendo que nos pudo haber sucedido algo peor y que todo tiene solución en lo que respecta a un auto. Será caro o tardarán en arreglarlo, pero pronto podremos volver con nuestro vehículo a la ruta (antes me quiero asegurar que le arreglen todo lo que sea necesario para que no tengamos que pasar por esto de nuevo).
Fue una jornada frustrante, por momentos angustiante. Sin embargo, viajar no implica que todo va a salir bien. Los autos se rompen, así como también un avión se puede averiar y cancelarse un vuelo, y así con cada tipo de transporte que uno quiera utilizar. Quedarse en la ruta también es parte de viajar y de aprender a sobrellevar los malos momentos.
¡hola nair! vaya mala suerte la de vuestro viaje.de todas formas piensa que viajar no sólo es conocer sitios nuevos y cosas bonitas, también significa pasar por nuevas situaciones y aprender sobre cómo las afrontamos. a veces estaremos de mejor humor y otras no tanto, seguro que cuando vuelvas a pensar en ello en un futuro no te parecerá tan frustrante.
hola beatriz! sí, esto también es parte de viajar, por supuesto. es una experiencia que seguramente valoraremos en el futuro, y hasta tal vez nos riamos de esto. Gracias por comentar! saludos!