No es que el volar en avión sea una experiencia placentera en sí. Pero volar tiene algo mágico. Se podrá decir que un avión representa la venganza del hombre contra la Naturaleza cuando no le permitió al ser humano volar con su propio cuerpo. No tendremos alas pero tenemos aviones.
¿Será la Naturaleza la encargada de hacer desaparecer aviones? No lo sé, pero sí sé que sus fuerzas (o la Física, mejor dicho) hacen que los pájaros mecánicos desplieguen sus alas en el aire con menos elegancia que las aves reales pero con la efectividad que te deja en un punto remoto de la Tierra en cierto número de horas.
Cuando un avión sobrevuela una ciudad, al cabo del despegue o a punto de aterrizar, se da una experiencia que no siempre se puede apreciar a causa de los malestares que nos genera la presurización o la altitud. Cuando estamos a muchos metros sobre la vida cotidiana de las personas, cuando las vemos en sus diminutos autos yendo de un lugar al otro, tal vez a casa o al trabajo, con sus luces prendidas; o cuando están en casa durmiendo sin soñar con la cantidad de aviones volando sobre sus cabezas; o cuando miran a los ojos de sus seres queridos sin saber adónde van los aviones que desaparecen… entonces algo pasa. Las grandes ciudades se convierten en rompecabezas de callecitas, avenidas y luces encendidas. Los mapas cobran sentido en vivo y en directo.
Llegar a una ciudad volando de noche es un espectáculo. Cada calle delimitada con un sendero luminoso (que no es una secta ni el propio sendero luminoso del avión), cada casa con las luces encendidas, cada aeropuerto despidiendo y recibiendo nuevos curiosos del aire que espían vidas ajenas desde 10 mil pies de altura.

No me fanatizan los aviones. Soy una persona curiosa, y por eso me gusta saber en qué parte del Globo estamos a cada momento, asombrándome por estar sobrevolando un océano con tanta facilidad. Volar en avión es extraño. no es natural. Sin embargo, muchas veces no tenemos opciones para llegar a lugares lejanos. Supongo que para un ave es más placentero el trayecto, sin presurización ni demostración de seguridad ni «abróchense los cinturones al despegar, carretear y aterrizar».
No me da miedo volar en avión, ya que es más seguro que ir en auto. Tampoco es una afición. Mi novio es fanático de los aviones y gracias a él algo entiendo de esas máquinas gigantescas. Para mí son todos los modelos y marcas más o menos similares. No me lapiden los aviation geeks (nerds de los aviones), por favor.
Por otro lado, no soy una detractora de la aviación, como otros viajeros que no gustan de despegarse de la Tierra. Es una posición respetable. Sin embargo, cuando el Cielo llama, hay que acudir a su llamada.
No será placentero, pero volar en avión tiene algo mágico. Sentirnos más poderosos que la Naturaleza, que no será muy sabia por no darnos alas, pero es sabia por los hermosos paisajes que podemos admirar desde el aire, los océanos y mares que nos permite espiar, las montañas que nos saludan a nuestro vuelo, o las ventanas abiertas de una casa que no percibe las miradas que indagan desde lo alto.
hermoso…. saludos desde México